Un día, un estadounidense llamado Jeffrey Longo caminaba por su ciudad natal en Florida cuando se topó con una pequeña criatura en la acera. El animalito estaba hecho una bolita y apenas respiraba. Al recogerlo, se dio cuenta de lo diminuto que era, más pequeño que su dedo meñique.
 

 

El animal estaba al borde de la muerte. Sin comida ni agua, habría perecido, y no había ardillas adultas a la vista. Curiosamente, al principio, Jeffrey no tenía idea de qué tipo de criatura había encontrado.
 

“Pensé que era una cría de rata o quizás un hámster”, recuerda Longo. Tomó una foto del pequeño animal y la compartió en línea, donde los usuarios rápidamente identificaron que se trataba de una cría de ardilla voladora. Parecía que este pequeño ser acababa de llegar al mundo.

Con la ayuda de la gente en internet, Jeffrey aprendió cómo cuidar al bebé. También le dio un tierno nombre: Cookie. Durante los primeros tres meses, la pequeña ardilla vivió cómodamente en el bolsillo del pecho de Jeffrey. A medida que crecía, comenzó a aventurarse y explorar su entorno.

Pronto, Cookie hizo amistad con las otras mascotas de Jeffrey, dos perros. Olfatearon al nuevo miembro de la familia y empezaron a jugar con ella, mientras que la ardilla bebé no mostraba signos de miedo. Cuando Cookie maduró, Jeffrey pensó en liberarla. Sin embargo, los veterinarios le explicaron que ya no podría sobrevivir en la naturaleza. Así que decidió quedársela. Nadie se molestó con esta decisión. Jeffrey se había enamorado de Cookie, y ella encontró un hogar acogedor con él.