El secuestro que dividió a las hermanas Sodi y Zapata

En el año 2002, Ernestina Sodi y su hermana Laura Zapata vivieron una de las experiencias más traumáticas de sus vidas: un secuestro que no solo marcó sus destinos, sino que también fracturó su relación familiar. Este evento ocurrió el 22 de septiembre cuando ambas salían del Teatro San Rafael, ubicado en la alcaldía Azcapotzalco, Ciudad de México. Armados, varios hombres las interceptaron, y aunque inicialmente pensaron que se trataba de un robo, rápidamente se dieron cuenta de la gravedad de la situación cuando los secuestradores llamaron a Laura Zapata por su nombre.

Los primeros momentos de terror

Durante el secuestro, Laura fue obligada a meterse en la cajuela de un automóvil mientras Ernestina era llevada en otro vehículo. Ernestina, en sus memorias, relató que en ese momento sintió una avalancha de pensamientos: desde la posibilidad de un robo hasta un trágico desenlace como el asesinato. Sin embargo, el calvario apenas comenzaba.

La primera llamada de los secuestradores fue recibida por Claudio, hijo de Laura Zapata, quien inmediatamente contactó a su tía Thalía y a su esposo Tommy Mottola. La exigencia era clara: negociar el rescate de las hermanas, asegurando que no era un juego. En una entrevista posterior, Thalía confesó que inicialmente pensó que se trataba de una broma. “No entendía nada, me parecía irreal”, señaló la cantante.

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La intervención del FBI y las complicaciones

Cuando Tommy Mottola fue informado de la situación, decidió recurrir al FBI para intervenir las llamadas y congelar cuentas bancarias como parte de los protocolos de secuestro en Estados Unidos. Esta acción, aunque bien intencionada, complicó las negociaciones, ya que los secuestradores comenzaron a desconfiar y a aumentar la presión enviando fotografías de las hermanas con armas apuntándoles.

El proceso se estancó al cabo de tres semanas, y fue entonces cuando se tomó la decisión de liberar a Laura Zapata. Según Ernestina Sodi, fue un acuerdo mutuo entre ellas para facilitar la negociación del rescate. Sin embargo, esta liberación alimentó rumores y tensiones familiares.

Las críticas hacia Thalía y Tommy Mottola

En aquel entonces, comenzó a circular la versión de que Thalía y Tommy Mottola no estaban dispuestos a aportar el dinero necesario para el rescate. Según Juan Sodi, exesposo de Laura Zapata, Thalía prefirió usar su propio dinero en lugar del de su esposo. Esto provocó especulaciones de que la cantante no quiso apoyar a sus hermanas.

A pesar de las acusaciones, Ernestina Sodi expresó su gratitud hacia Thalía y Tommy. “Lo que hicieron por mí fue invaluable, no tengo más que agradecerles profundamente”, afirmó. Finalmente, el 26 de octubre de 2002, después de 34 días de cautiverio, Ernestina fue liberada.

Las secuelas del secuestro

El secuestro dejó huellas imborrables en ambas hermanas. Ernestina reveló que durante su cautiverio sintió la muerte muy cerca, mientras que Laura vivió días de insomnio y angustia incluso después de su liberación. La experiencia también provocó un distanciamiento entre ambas, especialmente tras las declaraciones de Ernestina en su libro Líbranos del mal, donde sugiere que Laura pudo haber orquestado el secuestro debido a las circunstancias sospechosas de su liberación anticipada.

A pesar del tiempo transcurrido, este episodio sigue siendo un tema sensible dentro de la familia Sodi. Mientras algunos señalan las tensiones y diferencias entre las hermanas, otros prefieren centrarse en la valentía y el apoyo que demostraron en los momentos más difíciles.

Reflexión final

El secuestro de Ernestina Sodi y Laura Zapata no solo fue un evento mediático que conmocionó a México, sino también un recordatorio de los estragos emocionales y familiares que puede causar la violencia. Aunque sus historias siguen rodeadas de controversias y especulaciones, lo cierto es que ambas sobrevivieron a una de las experiencias más desgarradoras de sus vidas.